En medio de un oasis en Calama se encuentra este hotel, con más de 25 años de historia, que ahora se somete a una renovación centrada en la recepción-desayuno y la terraza. Como diseñadores de interiores y especialistas en iluminación, nuestro objetivo era transportar a los huéspedes a un lugar distinto a todo lo visto antes en la región.
Lo conseguimos utilizando colores inspirados en la reutilización de la chapa de ladrillo, incorporando tonos de la paleta de colores de los años setenta para evocar nostalgia entre los huéspedes. Los mosaicos brillantes y la cerámica contrastan con la textura mate de la arcilla del ladrillo.
Los espacios se conectaron a través de una larga estantería que los atraviesa todos. Las suculentas cobran protagonismo, representando el oasis interior. Siempre dando prioridad a la reutilización y el reciclaje, la artista Maite Izquierdo confeccionó unas cortinas de texturas y colores con telas recicladas y cortadas, que envuelven la estantería.
Un botellero con una impresionante colección sirve de separador para la zona del bar, que permanece inalterado respecto a su diseño original, preservando la herencia del hotel. Materiales como el microcemento realzan las texturas, que se ven aún más realzadas por una iluminación precisa y óptima.